LA CASA ROMANA: DOMUS ET INSULAE
Como ejemplo de domus tenemos las ciudades de Pompeya o Herculano. Para comenzar, una de las características que hay que tener en cuenta sobre la típica domus romana era que estaba orientada hacia el interior, es decir, el aire y la luz entraban a las diferentes dependencias a través de una serie de patios. Por este motivo, la ventanas al exterior no eran frecuentes y las que se construían solían ser irregulares y pequeñas. Al mismo tiempo, al volcarse al interior se preservaba la intimidad de la domus.
La casa podía ser dividida entre las dependencias privadas (dormitorios, baños, etc.) y las dependencias públicas (vestíbulos, patios, etc.). Las principales partes del modelo típico de casa romana serían:
La entrada y el corredor de acceso (fauces): La entrada podía estar decorada por mosaicos. También podemos encontrarnos con mosaicos en los que aparecían representados perros guardianes con la expresión que tendrían la finalidad de avisar al visitante de que el lugar se encontraba vigilado. En ocasiones, este corredor podía tener bancos donde se hacía esperar a las visitas antes de ser recibidas por el propietario en el interior de la casa. Junto a la entrada, contaban con una serie de dependencias que daban a la calle y que servían como tabernae y officinae.
Patio central (atrium): Podemos decir de él que era el “centro de la casa romana”. En esta estancia se solía colocar el lararium, altar destinado a los dioses lares y penates, divinidades protectoras del hogar y la familia, donde se llevaba a cabo el culto familiar dirigido por el pater familias. Este altar podía ser un pequeño nicho en la pared, a veces podía tener la forma de un templo en miniatura. En este espacio también se solían exhibir las estatuas de los antepasados de la familia (maiorum imagines).
La cocina (culina): no había un lugar fijo para su ubicación, aunque podía estar situada en una de las dependencias que se repartían en torno al atrium. Se trataba de una estancia modesta y pequeña, con fogones, de albañilería o portátiles, y mesas para la elaboración de los alimentos. A veces, podía tener agua corriente, también se encontraban los retretes y los baños.
Las habitaciones (cubila): Las habitaciones (cubicula) estaban alrededor del patio junto con una sala que tenía la función de comedor (triclinium). Las cubicula podían ser habitaciones destinadas tanto a los propietarios como a los esclavos que formaban parte del servicio doméstico. Las habitaciones eran pequeñas, sin ventanas y poco luminosas, con la finalidad de mantener fácilmente el calor.
El comedor (triclinium): Eran los espacios más elaborados de la casa ya que se celebraban banquetes en los que se recibía a los invitados. Los comensales se reclinaban sobre divanes, realizados en piedra o en madera, siguiendo un determinado orden y situados alrededor de la mesa. Los utensilios de la vajilla eran muy variados (platos, cuencos, fuentes, jarras, etc.) y dependían del poder económico del propietario. En algunas casas había un triclinium al aire libre, situados en los jardines, para la época de buen tiempo. La decoración de estas estancias era muy cuidada.
Jardín porticado (peristylum): Patio abierto a un jardín que también tendría a su alrededor otras estancias privadas. Eran frecuentes tanto en las casas grandes como pequeñas, habiendo algunos ejemplos en los que cuentan con pinturas murales. Los jardines solían tener parterres, estanques, fuentes, canales, esculturas, etc. junto con una gran variedad de plantas (por ejemplo las adelfas y flores olorosas como las rosas y las violetas).
Otras estancias: Algunos propietarios ricos podían construirse sus propias termas privadas como puede verse en la conocida Casa de Menandro de Pompeya. A veces, estas casas tenían un segundo piso construido por problemas de espacio en la planta baja o para ser utilizado como viviendas de alquiler. Al mismo tiempo, en algunas casas podía haber espacios subterráneos o semisubterráneos con diferentes usos: salas de estar, despensas, bodegas, usos artesanales y producción de alimentos, etc. En las casas más grandes podemos encontrarnos también con áreas destinadas al servicio separadas del resto de la casa.
El ajuar doméstico de las domus no era tan abundante como en cualquier vivienda de la actualidad. Los muebles más lujosos eran colocados en aquellas dependencias donde podían ser vistos por los invitados, especialmente en el triclinium. Entre los pocos muebles que solían tener las cubicula podemos destacar la cama (lectus) cuya tipología era variada, desde las más sencillas hasta otras más ricas y suntuosas realizadas en madera con incrustaciones de marfil y oro.
Como ejemplo de domus tenemos las ciudades de Pompeya o Herculano. Para comenzar, una de las características que hay que tener en cuenta sobre la típica domus romana era que estaba orientada hacia el interior, es decir, el aire y la luz entraban a las diferentes dependencias a través de una serie de patios. Por este motivo, la ventanas al exterior no eran frecuentes y las que se construían solían ser irregulares y pequeñas. Al mismo tiempo, al volcarse al interior se preservaba la intimidad de la domus.
La casa podía ser dividida entre las dependencias privadas (dormitorios, baños, etc.) y las dependencias públicas (vestíbulos, patios, etc.). Las principales partes del modelo típico de casa romana serían:
La entrada y el corredor de acceso (fauces): La entrada podía estar decorada por mosaicos. También podemos encontrarnos con mosaicos en los que aparecían representados perros guardianes con la expresión que tendrían la finalidad de avisar al visitante de que el lugar se encontraba vigilado. En ocasiones, este corredor podía tener bancos donde se hacía esperar a las visitas antes de ser recibidas por el propietario en el interior de la casa. Junto a la entrada, contaban con una serie de dependencias que daban a la calle y que servían como tabernae y officinae.
Patio central (atrium): Podemos decir de él que era el “centro de la casa romana”. En esta estancia se solía colocar el lararium, altar destinado a los dioses lares y penates, divinidades protectoras del hogar y la familia, donde se llevaba a cabo el culto familiar dirigido por el pater familias. Este altar podía ser un pequeño nicho en la pared, a veces podía tener la forma de un templo en miniatura. En este espacio también se solían exhibir las estatuas de los antepasados de la familia (maiorum imagines).
La cocina (culina): no había un lugar fijo para su ubicación, aunque podía estar situada en una de las dependencias que se repartían en torno al atrium. Se trataba de una estancia modesta y pequeña, con fogones, de albañilería o portátiles, y mesas para la elaboración de los alimentos. A veces, podía tener agua corriente, también se encontraban los retretes y los baños.
Las habitaciones (cubila): Las habitaciones (cubicula) estaban alrededor del patio junto con una sala que tenía la función de comedor (triclinium). Las cubicula podían ser habitaciones destinadas tanto a los propietarios como a los esclavos que formaban parte del servicio doméstico. Las habitaciones eran pequeñas, sin ventanas y poco luminosas, con la finalidad de mantener fácilmente el calor.
El comedor (triclinium): Eran los espacios más elaborados de la casa ya que se celebraban banquetes en los que se recibía a los invitados. Los comensales se reclinaban sobre divanes, realizados en piedra o en madera, siguiendo un determinado orden y situados alrededor de la mesa. Los utensilios de la vajilla eran muy variados (platos, cuencos, fuentes, jarras, etc.) y dependían del poder económico del propietario. En algunas casas había un triclinium al aire libre, situados en los jardines, para la época de buen tiempo. La decoración de estas estancias era muy cuidada.
Jardín porticado (peristylum): Patio abierto a un jardín que también tendría a su alrededor otras estancias privadas. Eran frecuentes tanto en las casas grandes como pequeñas, habiendo algunos ejemplos en los que cuentan con pinturas murales. Los jardines solían tener parterres, estanques, fuentes, canales, esculturas, etc. junto con una gran variedad de plantas (por ejemplo las adelfas y flores olorosas como las rosas y las violetas).
Otras estancias: Algunos propietarios ricos podían construirse sus propias termas privadas como puede verse en la conocida Casa de Menandro de Pompeya. A veces, estas casas tenían un segundo piso construido por problemas de espacio en la planta baja o para ser utilizado como viviendas de alquiler. Al mismo tiempo, en algunas casas podía haber espacios subterráneos o semisubterráneos con diferentes usos: salas de estar, despensas, bodegas, usos artesanales y producción de alimentos, etc. En las casas más grandes podemos encontrarnos también con áreas destinadas al servicio separadas del resto de la casa.
El ajuar doméstico de las domus no era tan abundante como en cualquier vivienda de la actualidad. Los muebles más lujosos eran colocados en aquellas dependencias donde podían ser vistos por los invitados, especialmente en el triclinium. Entre los pocos muebles que solían tener las cubicula podemos destacar la cama (lectus) cuya tipología era variada, desde las más sencillas hasta otras más ricas y suntuosas realizadas en madera con incrustaciones de marfil y oro.
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